Las cajas de resistencia de los sindicatos se vacían
USO es la única central que tiene una bolsa permanente para hacer frente a las contingencias de sus afiliados. UGT, CCOO y la CSI crean sus propios mecanismos de ayuda en casos puntuales
La lucha obrera ha perdido fuelle en las últimas décadas y, con ella, el uso de alguna de las herramientas que los sindicatos han utilizado tradicionalmente para hacer frente a los periodos de conflictividad.
Hasta hace unos años, las grandes huelgas sectoriales conseguían paralizar una rama de actividad durante semanas e incluso meses. Ahora, el escenario es diferente, más parecido a una guerra de guerrillas en la que los trabajadores de cada empresa, con el respaldo de sus sindicatos, intentan mantener sus reivindicaciones con el objetivo de alcanzar sus objetivos.
En este contexto, cada vez se usan menos las cajas de resistencia. USO es la única central nacional que la mantiene -también la vasca ELA-, mientras que UGT, CCOO y la Corriente Sindical de Izquierda (CSI) crean sus propios mecanismos de ayuda en casos puntuales.
Las cajas de resistencia surgieron con la industrialización y su uso se generalizó en las décadas de los 30 y de los 80 del siglo XX.
Era un mecanismo que, basándose en la solidaridad y las aportaciones de los compañeros, permitía a la clase trabajadora aguantar y mantener sus protestas con la finalidad alcanzar sus propósitos.
En Asturias eran frecuentes en huelgas como las de la minería o las del metal, pero hubo muchos ejemplos más. En la actualidad su uso es menos frecuente, con la excepción de USO.
USO dispone de una Caja de Resistencia y Solidaridad para apoyar económicamente a sus afiliados «en las situaciones en las que, en el transcurso de su vida laboral, se encuentran inmersos en especiales dificultades, ya sea defendiendo con una huelga sus legítimas aspiraciones y reivindicaciones sociales, económicas y sindicales o, cuando fruto de represalias empresariales o de errores profesionales de los que nadie estamos exentos, se ven afectados por sanciones o incluso despedidos».
En los más de 30 años de funcionamiento de esa «bolsa», el sindicato ha destinado unos 6 millones para cubrir 4.000 conflictos.
Lógicamente, las cifras en Asturias son más modestas, pero igualmente significativas. Las cantidades se han reducido en los últimos años. En 2013, USO pagó en Asturias más de 27.000 euros. La cifra se redujo a 1.500 euros en 2014 y volvió a elevarse a 12.600 euros el año siguiente. En 2016 fueron 7.700 euros y en lo que va de año van 1.800 euros. En total, más de 51.000 euros en cinco años. La mayoría de estas cantidades son para cubrir los perjuicios económicos que puede suponer para los trabajadores secundar una huelga, aunque también se incluyen ayudas por despidos, invalidez o sanciones. En estas dos últimas partidas USO no ha aportado ninguna cantidad a sus afiliados en Asturias en los últimos cinco años.
Begoña Díaz, responsable de la gestora de USO en Asturias, explica que esas cantidades se financian «con un porcentaje de la cuota de afiliados». Solo los trabajadores en activo aportan a esa caja de resistencia, y lo hacen en función de sus ingresos.
En cinco años, USO Asturias ha tramitado 28 expedientes, que se corresponden con 28 conflictos y que, por lo tanto, incluyen a un número mucho más elevado de trabajadores. Respecto a su importancia, Díaz argumenta que «hay trabajadores que no pueden permitirse ni siquiera el «lujo» de ir a la huelga, por lo que esto es una pequeña ayuda que contribuye a ayudar en esos momentos difíciles».
Ayudas en conflictos puntuales
El resto de sindicatos del Principado no tiene cajas de resistencia permanentementes, pero sí que articulan mecanismos de ayuda en casos puntuales de conflicto. Uno de los que opera de esta forma es la CSI. Ignacio Fuster, secretario general de CSI Asturias, explica cómo funcionan. «Cuando hay un conflicto que se prolonga, tenemos caja de resistencia», señala el líder sindical, quien aporta ejemplos como Tenneco, Naval Gijón o Gijón Fabril. La última de todas fue en el caso Marea y previamente habían recogido dinero para pagar las multas de cinco afiliados sancionados en la última huelga general.
Para conseguir el dinero venden papeletas, aportan donaciones o ponen huchas. El destino de ese dinero es variado, ya que en casos como el de Naval GIjón era para financiar las protestas y, en otros, para ayudar a las familias más necesitadas o para prolongar los encierros. El caso que más repercusión tuvo de la CSI en los últimos tiempos fue el de la caja de Tenneco, ya que una vez solucionado el conflicto en la fábrica de amortiguadores, y «en vistas de que su caso era similar», sostiene Fuster, decidieron entregar su caja de resistencia a los trabajadores de GIjón Fabril.
El sistema utilizado en CCOO Asturias es parecido. Gerardo L. Argüelles, responsable del área de Acción Sindical en Asturias, explica que en casos de huelgas o conflicto el sindicato impulsa cajas de resistencia para contribuir a paliar las dificultades que puedan pasar los trabajadores. Entre los ejemplos de los últimos años cita la huelga de justicia de 2008, la de la minería de 2012 o más recientemente la de Felguera Melt. «Hacemos aportaciones solidarias» señala, que sirven para cubrir diversos gastos. Entre ellos pone ejemplos tan variados como el pago de hipotecas, de camisetas o de desplazamientos.
Una vez finalizado el conflicto, con el dinero que sobra, los trabajadores siguen extendiendo su vena solidaria. Según el responsable de CCOO, cuando finalizaron las reivindicaciones en Felguera Melt, los trabajadores entregaron su caja de resistencia a los compañeros de las subcontratas de Hunosa que también estaban en una situación complicada. Además, también realizaron una gran compra en los economatos de Hunosa y donaron los alimentos al Banco de Alimentos.
En UGT el funcionamiento es similar. No tienen una caja permanente, pero en casos de situaciones enquistadas abren vías de financiación. Abel Suárez, secretario de organización en Asturias, explica que «en situaciones puntuales de conflicto abrimos líneas de ayudas, realizamos donaciones o vendemos bonos». Estas son algunas de sus herramientas de solidaridad entre afiliados. Según Suárez, la última vez que la utilizaron fue en la huelga minera de 2012, con una cuenta abierta en la que podían realizarse donaciones.
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