Madrid, Agencias
PSOE y PP volvieron a quedarse solos ayer, esta vez en el Senado, en la defensa de la reforma de la Constitución pactada entre ambas fuerzas. La reforma fue aprobada en la Cámara alta con 233 votos a favor de PP, PSOE y UPN, tres en contra y sin que los nacionalistas participasen en la votación.
El aval a la modificación del artículo 135 de la Carta Magna se produjo después de haber rechazado el Pleno del Senado 23 enmiendas de las minorías de izquierda y las formaciones nacionalistas, incluidas las que reclamaban un referéndum. De esta manera, el texto que se publicará en el «Boletín Oficial del Estado» (BOE) es el mismo que ratificó el Congreso la semana pasada.
Los tres votos contrarios proceden de los dos senadores de Coalición Canaria, Narvay Quintero y Miguel Zerolo, y del representante de Foro Asturias, Isidro Martínez Oblanca. Los tres senadores de ERC y el del BNG se ausentaron del Hemiciclo justo antes de la votación, mientras que los nacionalistas de CiU, PNV, así como los dos parlamentarios de ICV, permanecieron en sus escaños pero sin participar en la votación. Por su parte, los senadores socialistas críticos con la modificación, Imanol Zubero y Roberto Lertxundi, no acudieron al Hemiciclo.
Las votaciones estuvieron precedidas de un largo debate en el que durante tres horas y media los portavoces de los grupos reiteraron sus argumentos a favor y en contra de la modificación urgente de la Carta Magna para limitar el déficit público.
Por un lado, PP y PSOE -a quienes se sumó UPN, que ha iniciado una luna de miel con el PP- exhibieron el consenso alcanzado entre ambos para una reforma que no sólo consideran necesaria y urgente, sino obligada por un ejercicio de «responsabilidad» política ante la inestabilidad de los mercados y la exigencia de generar confianza.
Tanto Pío García Escudero (PP) como Carmela Silva (PSOE) coincidieron en que la modificación no es antisocial porque de hecho permitirá tener unas cuentas públicas saneadas que garantizarán la aplicación de futuras políticas sociales. Además, negaron tajantemente que suponga un recorte en el poder autonómico y local o una nueva centralización, acusaciones lanzadas desde los grupos nacionalistas.
Desde el PSC, Isidre Molas afirmó que la Constitución se cambia «en interés de Cataluña, de España y de Europa», esto es, «a favor de y no contra nadie», hizo notar la situación de «interdependencia absoluta» de la economía española ante Europa y habló de ponerse «una vacuna» contra graves problemas futuros.
Con una posición contraria, los grupos nacionalistas recalcaron que la reforma lesiona la autonomía financiera y política de las comunidades autónomas y arremetieron contra el «rodillo parlamentario» de socialistas y populares.
En nombre de ERC, Miquel Bofill, que intentó expresarse en catalán hasta que fue apercibido por el presidente de la Cámara, Javier Rojo, aseguró que Cataluña queda marginada con este cambio e invitó a los catalanes a que «se salten el muro de la Constitución». Por parte de CiU, Jordi Vilajoana proclamó que la medida no soluciona los problemas de inestabilidad de los mercados, ni recoge las «sensibilidades» del texto original de la Carta Magna, ya que PP y PSOE han reclamado una «adhesión sin condiciones».
Vilajoana polemizó con el socialista José Ignacio Pérez Sáenz, quien acusó a CiU de abandonar el consenso constitucional, a lo cual aquél replicó: «No nos hemos ido, nos han sacado ustedes».
http://www.lne.es/espana/2011/09/08/psoe-pp-quedan-solos-senado-reforma-constitucional/1126454.html
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